El universo late, el universo habla. Escuchar el universo
es escuchar los latidos del
propio corazón. No hay latidos físicos, sino un pulsar abstracto, entusiasta,
de un corazón pleno. Cuando digo pleno, probablemente llevo a las personas
a pensar en lleno de alegría, prosperidad, belleza... error! Cuando digo pleno, me refiero
a un corazón lleno de
experiencias vividas y absorbidas
de manera completa. Hayan sido sentidas estas experiencias como felices o dolorosas.
El universo habla, las hojas hablan, tanto para
el que canta para encantarlas, como para el que conversa con ellas o simplemente les da un buen día a cada día amanece. Las hojas, o mejor dicho, las plantas son seres vivos, como es vivo todo el universo.
Es por eso que tenemos un ritual en el Candomblé para
reverenciar a las hojas y todo lo que ellas nos enseñan. En las hojas no existen
sólo sustancias químicas utilizadas por los laboratorios para curar nuestras enfermedades
físicas, sino también en ellas están contenidas
enseñanzas ancestrales, que al ser traducidas por aquellos que se permiten
escuchar al universo, son verdaderos remedios para el alma que ayudan a sanar y
también a prevenir heridas que retrasen o impidan que el alma encuentre su destino.
Transmitiré un poco de lo que “escuché” sobre algunas hojas, a las
cuales canté durante setenta y cuatro años de mi vida sacerdotal.
Alfavaquinha-de-cobra - es la hoja que alivia los ojos. La
hoja que nos hace "videntes", que amplía nuestra visión y al mismo
tiempo impide que veamos lo que no es necesario o que no nos agrada. La
hoja que siempre viene en primer lugar, que canta en silencio a la serenidad,
alertando a todos sobre la necesidad de hablar poco, para sufrir menos. La calma es
siempre cantada, llamada en primer lugar. No
se puede, o mejor dicho, no se debe entrar en un ambiente sin que la mirada
esté manifestando calma, una mirada calma o suficiente como para ver las cosas
con claridad y nitidez, desde todos los ángulos.
La calma es compañera inseparable del silencio. Verdaderos
tratados pueden ser escritos sobre el silencio, sin embargo "silenciosamente",
se puede decir: silencio es no hablar de lo que no necesita ser hablado. Basta,
por tanto, no hablar de aquello que no
es preciso, que la persona se considere en estado de silencio, paso fundamental
para que se pueda alcanzar el estado de calma. Estar callado no
es necesariamente estar en silencio. Y lo opuesto es
verdadero, en el silencio mucho se dice.
Bilreiro - es de éste árbol que se extraen los hilos utilizados por las “rendeiras” para hacer una
de las artesanías más ricas de nuestro país. Hoja
de Xangó que ilumina de lo alto, protegiéndonos y levantándonos. Es
la hoja del trueno, que como el fuerte grito de Xangó, despierta al que está dormido.
Después
de todo, "el que duerme mucho nada aprende y nada ve”. Y es Xangó, dios
del trueno, Orixá de los "ojos de orogbo" siempre abiertos y atentos,
que con su voz ronca grita para que nos levantemos, y como guerreros, enfrentemos nuestras luchas diarias.
Vasourinha-de-Oxum - Cultuamos con gran fuerza la hoja más dulce que la
miel, para que ilumine nuestros
misterios. La
miel es símbolo de la dulzura natural, es decir, la que nos ofrece la
naturaleza. Oxum, como la miel, representa la palabra dulce
que nos embriaga. La
planta conocida popularmente como Vasourinha -de-Oxum nos enseña a tener
cuidado con las personas muy “azucaradas”, que pueden estar usando palabras
dulces para dejarnos embriagados,
logrando obtener de nosotros lo que quieren.
Bambú - Hoja de larga vida, que es firme y escapa a las tormentas, a quien suplicamos que nos haga fuertes y vigorosos. El Bambú crece hacia el cielo con la humildad
y la sabiduría de los grandes maestros. En
su caminar, reconoce la necesidad de inclinarse ante fuerzas mayores, como la
tormenta. El bambú es sabio: para no quebrarse él se curva.
Espada-de-Oxóssi - A las hojas con formato de espada pedimos que seamos lo suficientemente fuertes como para que podamos rápidamente deshacer las trampas
y escollos que se arman para perturbar nuestra existencia. Después
de todo, la espada es un símbolo de la destrucción de la injusticia, la maleficencia
y la ignorancia.
Autor: Maria Stella de Azevedo Santos. Iyalorixá del Ilê Axé Opô Afonjá. Artículo publicado en el periódico “A Tarde” de Salvador-Bahia, el 02-05-2013.-