Iroko es un Orixá poco cultuado en las Américas* y en el Brasil, aparece raramente
en las casas de culto a los Orixás, sus hijos son cada vez más escasos y los
secretos de su culto van desapareciendo en la medida en que mueren los
sacerdotes más antiguos.
Pero Iroko no desaparecerá porque
vive en el árbol más suntuoso que puede
existir en una casa de culto – el árbol de Iroko. Este es un árbol que resiste
las intemperies, a todas las variaciones climáticas, el más firme de todos, que
no se dobla con los vientos. Si Iroko cae, crece aún más grande, cuando Iroko
cae, es para garantizar la permanencia de la comunidad, para anunciar lo nuevo
y para vencer la guerra. Aunque caiga el árbol, la raíz es firme y los gajos
vuelven a brotar. Lo que no se modifica es la raíz; el tronco, los gajos, las
hojas, estos se renuevan siempre y esto es lo que garantiza que la raíz quede
intacta.
Iroko es el árbol símbolo de la
religión de los Orixás. Es un árbol muy común en África. En el Brasil, es
sustituido por la “gameleira branca” (ficus
dolaria), un árbol de la misma especie y grandioso. Entretanto, tiene más
validez el significado que el árbol despierta que de que la planta en sí; por
eso, cualquier árbol con más de cien años puede ser considerado Iroko, pues
todo árbol de gran porte sirve de morada a los ancestrales, siendo por tanto,
sagrado.
Iroko esta relacionado con los
cambios de tiempo, con todas las variaciones climáticas. Es el viento y la
tempestad golpeando los árboles. Debe ser invocado para calmar grandes
tempestades y vientos fuertes, por eso, el árbol de Iroko garantiza la
seguridad de la sociedad en sentido religioso, ya que es el guardián de la
ancestralidad y la protege de las grandes tempestades, pues los grandes
árboles, desde el punto de vista científico, son pararayos naturales.
En la propia acepción de la
palabra, iroko es lo mismo que floresta, pero no se refiere propiamente al
espacio físico, al suelo, sino mas bien a los seres que habitan en el bosque,
la vegetación. De esta froma, nos remite a un espacio mágico , pues la floresta
siempre fue para varios pueblos, inclusive para los negros africanos, la morada
de los espíritus.
Nota: Traducción libre de extractos del libro Òrìs̩à Uma História - José Roberto Gaudenzi
* Nota del Traductor